EMPRENDEDORES

Makers: entre el altruismo y la profesionalización

La “comunidad maker” se ha desvelado como pieza clave para hacer frente al coronavirus gracias a las iniciativas de fabricación de equipos de protección que ha puesto en marcha durante la crisis sanitaria. Los integrantes de este movimiento cuentan con un perfil creativo y emprendedor que puede ser muy valorado de cara a su posible integración en el mercado laboral.

José Muros | 19/05/2020 10:14
40 viseras de protección salen cada día de las dos impresoras 3D con las que Luis Salgado cuenta en su casa. Empiezan a funcionar a primera hora de la mañana, al tiempo que prepara el desayuno antes de iniciar su actividad de teletrabajo habitual, y se mantienen a pleno rendimiento hasta que termina la jornada.

Las 40 piezas de Salgado, presidente de Sevilla Maker Society,  se suman a las fabricadas por la treintena de compañeros que integran esta asociación sin ánimo de lucro que, a su vez, se ha unido al colectivo Máscaras solidarias y al FabLab de la Universidad de Sevilla, dando lugar a un equipo de más de 150 personas. El colectivo ha producido un total de 35.000 viseras desde que fuera decretado el estado de alarma, momento en que nacía la iniciativa colaborativa “CoronavirusMakers”, que coordina la fabricación de este tipo de materiales.

La “comunidad maker”, conformada por ciudadanos que de una manera desinteresada han puesto sus impresoras y sus conocimientos al servicio de las necesidades sanitarias, se ha erigido como un auténtico emblema de la lucha contra el coronavirus en nuestro país. Desconocido para muchos antes de la pandemia, la relevancia alcanzada por este movimiento ha sido tal que ha acabado llamando la atención de los ojeadores del mercado laboral.

Tanto el perfil como las aptitudes propias de los “makers” responden a la demanda actual por parte de las compañías tecnológicas. Prueba de ello es que diez empresas españolas ya han empezado a fabricar prototipos a partir de diseños previamente realizados por miembros de la comunidad.

 “La creatividad, la agilidad, la flexibilidad o la capacidad de adaptación y coordinación son cualidades cada vez más solicitadas en los procesos de selección por competencias”, señala Àngels Fitó, vicerrectora de Competitividad y Empleabilidad de la UOC (Universitat Oberta de Catalunya).  Víctor Barahona, “maker” y miembro del Impact Hub Donostia, añade que “la industria tiene tiempos de respuesta largos ante un desafío o desafíos de este tipo, mientras que el ‘colectivo maker’ es capaz de innovar con rapidez”.

Según el estudio “Employability and Career Success: Bridging the Gap between Theory and Reality” (“Empleabilidad y éxito professional: cerrar la brecha entre Teoría y Realidad”), tres son las capacidades con las que los empleadores identifican a los trabajadores con mayor potencial: su capacidad de reacción ante los nuevos retos, la de trabajo en equipo y la motivación a la hora de realizar sus tareas; capacidades que, en la práctica, reúne la casi totalidad de estos fabricando domésticos.

Aún así, el hipotético salto de los integrantes de un movimiento altruista al mercado laboral debería materializarse, según los propios “makers”, más en una mejora de las capacidades individuales que en una profesión en sí: “Vemos que, a través del trabajo comunitario, los miembros desarrollan habilidades que, en muchas ocasiones, son transferibles a sus propios trabajos”, defiende Luis Salgado. “El ‘mundo maker’ es una forma de no quedarse desactualizado tecnológicamente, ya no solo en materia de  impresión 3D, que es una de sus muchas patas, sino también en electrónica, corte láser, escaneo, e incluso en bricolaje.”

Señalaba el informe del Foro Económico Mundial “The Future of Jobs” (“El futuro de los trabajos”) publicado en 2016 que, precisamente, la impresión 3D sería una de las destrezas que ganaría un mayor peso a la hora de conseguir un empleo en la llamada “cuarta revolución industrial”. Pero conocer el funcionamiento de una impresora no debería ser suficiente para convertirse en un “maker” profesional. “Es importante un conocimiento muy específico del problema que se quiere solucionar, y tener mucha formación. No en vano, la mayoría de nosotros somos ingenieros o tenemos un perfil muy técnico”, asegura el presidente de Sevilla Maker Society.

Independientemente de si su trabajo termina siendo considerado “hobby” o profesión, este colectivo está dispuesto a mantener sus equipos en funcionamiento más allá del coronavirus, con el objetivo de seguir dando respuesta a las necesidades de un futuro que se prevé, cuanto menos, imprevisible. 


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